
La fase 6, es decir la fase pandémica, implica que estamos ante un virus que se propaga fácilmente de persona a persona, y de un país a otro. Un virus muy contagioso y que se puede transmitir aceleradamente; es decir, que está propagándose geográficamente, pero no necesariamente indica que tan virulenta es.

Fue la propia directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, la encargada de hacer el anuncio del aunmento del nivel de alerta. "El virus se transmite fácilmente entre personas y entre países. Por eso he decidido hacer el anuncio del aumento del nivel de alerta", señaló Chan. El objetivo de la directora era dejar en claro que el aumento de la fase de alerta responde a cuestiones de extensión del virus y de su facilidad de transmisión, no porque haya empeorado el diagnóstico.
Claro que, acto seguido, los expertos advierten de que esta situación puede cambiar. Es lo que hacen siempre todos los virus de la gripe, incluidos los que causan los brotes de cada invierno (la llamada gripe estacional). Y nadie es capaz de prever hacia dónde lo va a hacer este virus. Las posibilidades van desde que siga causando una enfermedad leve hasta que vuelva a frenar su ritmo de expansión o que adquiera características del H5N1 (el virus que causa la gripe aviar) y se vuelva mucho más mortal.
El cambio de la categoría del nivel de alerta tiene distintas lecturas dependiendo del país. De manera general es un anuncio para que no se gasten esfuerzos en intentar detener el virus (se supone que ya está en todas partes). Ahora el trabajo debe ser, sobre todo, atender a los afectados. "Hacer análisis y diagnósticos consume tiempo y dinero", advirtió Chan, quien cree que, por eso, los países deberán dejar de centrarse en este aspecto, porque se corre el riesgo de que, por dar una cifra más detalle, se pierdan fondos que deberían usarse en el tratamiento de los enfermos, que debe ser la próxima prioridad.
El posible impacto de la pandemia


Hasta el momento, la mayoría de los casos de la nueva influenza han sido leves, sugiriendo que podría ser similar a la pandemia ocurrida en 1968, cuando la cepa H3N2 provocó la muerte de aproximadamente 1 millón de personas. Expertos estiman que la cifra de muertos de una pandemia de virulencia similar sería menor, dado que ahora los médicos tienen acceso a medicinas antivirales. En comparación, una influenza estacional provoca anualmente la muerte de entre 250.000 y 500.000 personas. A pesar de que una pandemia leve no causaría un trastorno económico generalizado, igual podría tener un impacto si muchas personas dejan de asistir a sus trabajos por cerca de una semana debido a fuertes síntomas, similares a los de un resfrío común. El peor escenario es que la gripe H1N1 regrese con mayor virulencia durante el invierno en el hemisferio norte y cause una propagación más amplia de la enfermedad y muertes, masivas ausencias laborales e importantes interrupciones en los flujos de viajes y comercio. La pandemia de 1918 provocó la muerte de al menos 40 millones de personas en 18 meses, pero se desarrolló en una época anterior a los antibióticos, que actualmente salvan las vidas de muchos pacientes de influenza con infecciones secundarias. A pesar de eso, expertos han previsto que una gripa similar a la de 1918 podría mantener a cerca del 40 por ciento de la fuerza laboral fuera de sus lugares de trabajo en cualquier momento: algunos por contraer la enfermedad y otros por cuidar a parientes o a niños que dejarían de asistir al colegio. El Banco Mundial estimó el año pasado que una pandemia severa podría costar unos tres billones de dólares y una caída de cerca del 5 por ciento del Producto Interno Bruto mundial. Es probable que la severidad difiera sustancialmente de un país a otro e incluso muestre variaciones dentro de las poblaciones. Por ejemplo, expertos se han sorprendido por la velocidad de propagación de la nueva cepa de gripa H1N1 en Australia y entre los esquimales canadienses. Las personas cercanas a los 60 años o mayores parecen ser más inmunes a la enfermedad debido a que habrían estado expuestas a cepas de influenza similares. Chan afirmó que los países deben prepararse para observar los casos, o una nueva difusión de los casos, en un futuro próximo. La OMS cree que el virus circulará por el mundo entre uno y dos años. Los países donde la expansión de enfermos parece haber alcanzado el pico deben prepararse para una segunda oleada de infecciones. En tanto, los países con ningún caso, o con pocos, deben mantenerse vigilantes.
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